Así que, siéntete acompañada, mujer, no eres la única mamá que se desespera y grita y un día quiere salir corriendo y no volver, por lo menos, dentro de una semana y pensar que ya se encargará el padre, aunque a veces parezca que no.
Y es que todo esto de los blogs de maternidad, crianza respetuosa, lactancia prolongada y todo lo que exacerba la maravilla de la maternidad, poca veces encuentra la contraparte cotidiana donde lidias con una repetición fastidiosa de “no quiero”, lloriqueos, entre otras quejas y asombrosas argumentaciones que los niñ@s de la era digital dicen a sus padres sin ninguna censura.
La realidad es que esto de ser Mamá a veces es una dimensión desconocida; estamos aprendiendo, prueba y error; prueba y error es lo que hacemos hasta que nos da resultado, no hay reglas fijas aunque se hayan inventado mil escuelas para padres —concepto que suena poco invitante, por cierto— y tod@s en algún momento nos desbordemos en dar consejos de crianza y educación a otras madres que desde luego lo están haciendo diferente, mejor o peor.
No se me olvida la frese que leí alguna vez en alguna revista, cuando aún no era madre “Cuando no tenía hijos, tenía muchas teorías, ahora tengo seis hijos y ninguna teoría. Me pareció genial, pero ahora es cuando realmente la entiendo, la vivo. Las teorías se van por la borda porque estás pendiente de mantener a los hijos en el barco, y el mar a veces no tiene el mejor tiempo. Los niños son tanto, en tantísimos sentidos.
Y es que mi retoño de seis años, saca algunas argumentaciones o frases como esas del transformer que me arrancan la carcajada, logra que se acabe el regaño y, después, quizá por la hormona del crecimiento o por una rebeldía natural, no haga caso en peticiones simples o labores de orden cotidiano. Tiene que quedarle claro quién es la capitana de este mar de abrazos, aprendizajes, que es la vida siendo mujer, creadora, hechicera, bruja (a veces), maestra, aprendiz y profesional en una pila de materias que es Ser Mamá.
Así que, insisto, estamos juntas en esto y aprendiendo… que un domingo la hermana grande (de 11 años pre-adolescentísima) no quiera bajarse del coche y llore como Magdalena, te entiendo; que otro día los hermanos se peleen por cualquier cosa y se digan horrores, también; que otro día tu princesa de 14 se te acerque y te confiese que no sabe qué le pasa porque está descubriendo el mundo y a ella misma, y ríe y llora porque puede vislumbrar que este mundo es hermoso y a veces cruel. Y no sólo eso, esa niña te recuerda tu propia salida del cascarón para finalmente volver a tu aquí y ahora. Yo te entiendo, pero no tengo una receta infalible de qué hacer.
Así que sí, yo a veces grito, me desespero, me histerizo; muchas veces quiero salir huyendo sólo para detenerme a ver el mundo sin tanta vorágine emocional para después volver a mis hij@s con más paciencia y seguir aprendiendo.
Un consejo sí es válido, recordar que antes de Ser Mamá fuiste y eres mujer y necesitas espacios propios e irremplazables. Reserva más espacio para el buen sexo, ponte guapa, haz ejercicio, ríe. Verás que la paciencia crece y el tiempo de calidad se intensifica; por lo pronto, me quedo con el mote de mamá transformer porque también puedo ser la heroína más buena de la historia.
fuente: http://sermamaencancun.com/
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