Se ha adaptado al ritmo de la guardería y a las ausencias maternas.
Duerme toda la noche de un tirón y en la cama grande.
Ha superado y controlado los escapes nocturnos de pipí y duerme sin pañal.
Según el libro es, en ese momento cuando tu peque estará preparado para decir adiós al chupete, sin traumas, ni conflictos posteriores. Al final, no hay un momento exacto depende del momento de maduración del bebé. Debe ser un cambio con naturalidad, por ejemplo, mi peque vino un día, que no encontraba uno de sus 5 ó 6 chupetes diciendo que el perro del vecino, que no paraba de ladrar, se había comido sus chupetes, y desde ese momento no volvió a pedirlos. No se puede obligar al peque porque sino está preparado puede ser traumático para él. Hay que encontrar el momento oportuno, que el propio bebé irá marcando con naturalidad, se le empezará a olvidar, no lo pedirá más que en ciertas ocasiones.
Hemos de tener presente que, para muchos padres como yo, el chupete no pasa de ser un aliado en momentos conflictivos que ayuda a calmar al niño, y que alguna vez ha supuesto un verdadero problema no tener a mano, que nos puede gustar más o menos. Pero para el pequeño significa mucho más; es su mejor amigo, su consuelo, su seguridad….es bastante más que un simple artilugio.
Por eso, es conveniente tomarse en serio el momento de la separación, con una estrategia bien estudiada para que no haya margen de error. Una idea es ir preparando el terreno con tiempo, para dejarle el chupete a los Reyes Mayos o a Papá Noel, debajo del árbol de Navidad, para que así ellos se lo lleven y en su lugar le dejarán un juguete. El RatoncitoPérez, también puede ser un buen aliado, pero lo principal es que el niño lo tenga asimilado y que esté preparado para dar ese gran paso hacia su independencia. Sería absurdo querer hacerlo antes de hora por lo mal que lo pasa el niño, y una vuelta atrás volvérselo a dar. Así que, hay que planificar bien nuestra estrategia antes de actuar.
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