jueves, 7 de noviembre de 2013

el supermercado... ¿caja rápida?



Me acuerdo de estar todos en el auto. Volviendo de algún lugar que quedaba lejos. Tarde, ya de noche. Mi vieja diciéndole a mi viejo “paremos un minuto en el super que no hay leche para mañana”. Mi viejo con cara de ojete. Yo diciéndole “pero una leche nada más, eh?”. “Si, sí, es un minuto” respondía ella con un pie afuera del auto.

El minuto terminaba siempre multiplicado por 20, por lo menos. Finalmente la veíamos salir por la puerta del super con cinco bolsas. Todos medio dormidos ya. Puteándola en silencio. O explícitamente.

Pero resulta que al otro día todos teníamos nuestro yogurcito, nuestro pancito con mantequita, nuestro tecito, nuestros cerealitos con leche.

Ahora me encuentro tratando de llegar al sector de los lácteos para comprar lo único que falta en casa. Sólo necesito leche pero en el camino agarro un kilo de bananas porque están a buen precio, un postrecito de chocolate porque a Luci le gusta, dos latas de atún porque hace mucho que no comemos pescado y un paquete de pañales porque se me están por acabar.

No puedo evitarlo.

El otro día le mando un sms a Mateo. “Mi amor, por favor podés ir al almacén a comprar algo para el desayuno? Compró pan y manteca. Fin de la historia.

¿Cómo puede ser que se haya olvidado de la leche?

La próxima vez le voy a tener que hacer una listita. Odia mis listitas. Especialmente las que empiezan con “leche” y terminan con “papel higiénico”.

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