Cuando el niño muerda a otro, luego de asegurarse del bienestar del niño mordido, es apartarlo del grupo de juego y hacerle saber que lo que acaba de hacer es malo.
En el caso de los bebés o niños que muerdan a sus semejantes o cualquier persona que se acerque a él, los padres deben tomar medidas al respecto, para que el problema se detenga a tiempo y no cause estragos en su relación con los demás y en su desarrollo personal.
Educando al niño que muerde
En primer lugar, hay que tener en cuenta que los niños no nacen sabiendo, todo lo aprenden, así que sus conductas pueden ser potenciadas o modificadas. Pero la mamá del niño que muerde, no debe entrar en pánico, puesto que es una conducta que puede ser trabajada con mucha paciencia, dedicación y amor.
Para ello, la mamá debe hacerle saber a su hijo, que esta muy mal morder a los demás, en el caso que el niño aún no hable hay que tratar que entienda con gestos que eso no se debe hacer.
Hay que tomar en cuenta que los niños toman como modelo a seguir a la gente que se relaciona con ellos, por ello, es importante el comportamiento de los padres y de sus pares, ya que, ellos intentaran copiar lo que ven y escuchan.
Una forma muy efectiva de cambiar este comportamiento, es elogiar cuando ellos vayan cambiando su actitud y no tan solo el no morder, si no cuando dicen por favor, gracias, cuando saludan a los demás, o simplemente al pedir un juguete prestado.
El rol de los padres
Los principales educadores en un niño, son sus padres, ya que son ellos, los que pasan más tiempo, sobre todo a temprana edad. No obstante, también juegan un papel importante los educadores, estando en sala cuna, jardín o el colegio. Por ello, se recomienda trabajar a la par con ellos, así al niño no le costará corregir ese comportamiento.
Tanto padres como educadores, deben dejarle siempre muy claro al niño, que rechazan tajantemente esa conducta y que por ningún motivo será aceptada.
Los padres en especial, no deben dar marcha atrás al cambio de conducta, porque los niños harán pataletas, berrinches o llorarán, para salirse con la suya. Por ello, cada vez que muerdan a alguien, se debe corregir el comportamiento, y mostrarle la actitud correcta, de forma positiva, sin gritos y bajo ningún punto golpes.
Para conseguir esto, es importante que se tenga un vínculo afectivo firme, donde vea el niño que se le enseña con amor y por su bien.
Estableciendo los límites
Se recomienda que cada vez que el niño intente morder, se debe tener una frase que indique que su actitud hace daño, con una justificación, como por ejemplo, “Eso no se hace porque duele”.
Es normal que la actitud del niño no cambie de un día para otro, por ello, se debe ser muy paciente, puesto que tratará de continuar con su actitud.
Cuando el niño muerda a otro, luego de asegurarse del bienestar del niño mordido, es apartarlo del grupo de juego y hacerle saber que lo que acaba de hacer es malo.
La manera más adecuada es explicándole mirándolo fijamente a los ojos, en un tono serio, que si muerde a otro, le causa dolor y que por ello no debe hacerlo más. Otra manera de cambiar su comportamiento, es preguntándole si a él le gustaría ser mordido por otro y sentir dolor, desarrollar su empatía también dará buenos resultados.
De igual manera, es recomendable, dejar unos minutos para que el niño pueda reflexionar sobre su comportamiento, debe quedar claro que si no reconoce que estuvo mal, no puede regresar al grupo de juego.
Es muy importante y valioso para el niño, que se le de la oportunidad para pedir disculpas, decir que lo siente, ayudar a curar al niño mordido, darle un beso o hacerle cariño. También ayuda mucho enseñarle a sus compañeros de juego que aprendan a expresar que si son mordidos no les gusta, que les duele mucho y que no desean ser mordidos otra vez.
Trate de estar presente en los momentos de juego del niño con los demás, para actuar al instante en caso de que muerda a otro niño.
De igual manera, ayudará bastante reconocer si el niño jugo pacíficamente y no mordió a ningún niño, señalándole lo positivo de su actitud y explicándole que puede ganar cosas sin tener que recurrir a morder a los demás.
Jamás se debe morder al niño que muerde para que cambie su comportamiento, ya que solo incentivará a que potencie esa actitud con más enojo. Si su actitud persiste pasados los 3 años, se recomienda acudir a un especialista.
Fuente: http://www.facemama.com/
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