jueves, 12 de septiembre de 2013

¡Auxilio! Mi hijo tiene mocos



Hace unas semanas, me desperté a las 7 am con el ruido de la respiración de Alfonsina que en ese entonces tenía dos meses. Algo estaba raro y mi esposo sugirió llamar a la emergencia móvil. Me pareció algo exagerado, pero no me opuse.
Levanté a la beba y enseguida me di cuenta que tenía la nariz tapada; habían llegado los primeros mocos. Me dio pánico y no exagero. Soy una persona impresionable, de esas que se desmaya cuando ve pasar mal a otra persona, al ver sangre, una jeringa o al estar cerca de cualquier posibilidad de dolor. Simplemente me baja la presión.
Sabía de antemano que alguna vez llegaría el momento de usar la “perita” (o cualquiera de sus similares), pero me resistía, pensando ilusamente que mi hija bien cuidada no tenía por qué tener mocos en-su-vida. Por eso supongo que no solo no tenía una perita en casa (no es un regalo muy común de los baby showers) sino que además, ni siquiera sabía usar una.
Llegó la emergencia y Alfonsina estaba en su carrito durmiendo con una paz inusitada. Se había acomodado y el sonido de la nariz ya no estaba. El doctor entró y en un tono de fastidio superado preguntó: ¿y esta niña, qué problema tiene?
Intentamos exagerar el ruido de la respiración que habíamos escuchado en la mañana para justificar el llamado, pero no hubo caso. En realidad, lo que yo quería era que el doctor le quitara los mocos, ver cómo lo hacía y sacarme algunas dudas. “Chiquilines, esta niña tiene mocos, sáquenselos”, fue lo que dijo en tono de desprecio. Y a los dos minutos se fue – porque él tampoco tenía perita en su maletín-. Me sentí una idiota.
Lo positivo que saqué de esa visita fue que nos sugirió ponerle unas gotitas de suero fisiológico para aflojar la mucosidad y luego sí, aplicar la perita (que terminó siendo un sacamocos eléctrico, regalo de mi suegra). Y este episodio fue el disparador para que terminara en un curso de primeros auxilios, algo que hacía tiempo tenía ganas de hacer y que además considero fundamental para quienes tienen niños propios o ajenos a cargo.
Lo hice intensivo una tarde de sábado y aplicado a “niños y bebés”, aunque también explicaron cómo actuar en caso de estar frente a una víctima adulta. No voy a contar aquí las maniobras de reanimación ni sobre cómo sacar a alguien de un atragantamiento porque sería muy complejo, pero sí les dejo algunos apuntes prácticos, para que puedan tener en cuenta. Son pequeños consejos (algunos obvios, sí) que sirven para prevenir o actuar en caso de emergencia.

- El botiquín de primeros auxilios debe estar separado del botiquín de los remedios y este último fuera del alcance de los pequeños. De esta forma prevenimos una posible intoxicación que pueda causarse por la curiosidad del niño de probar lo que no debe ni tocar.

- Como todo en la vida hay “escuelas” y modas. Y esto también se aplica a los elementos básicos de curación. No al propóleo ni a la pasta de dientes cuando hay quemaduras. Sí a dejar correr agua fría sobre la zona quemada durante unos 20 minutos. Retirar anillos, pulsera o cualquier otro elemento que pueda afectar la circulación al inflamarse la zona. Tampoco usar hielo ni aplicar pomadas.

- Lo mejor para limpiar rodillas o codos raspados es el jabón líquido. Es el único que no está contaminado. Nunca usar agua oxigenado ni iodofón en heridas abiertas, a no ser que lo recomiende directamente el médico.

- Cuando se produce una intoxicación por la ingesta de un alimento en mal estado, el vómito sólo puedo provocarse si no pasaron 2 horas desde el momento de la ingesta. Para cualquier duda sobre intoxicación, o si hay intoxicación por inhalación o ingesta de algún químico (como detergente, lavandina o cualquier cosa que hayamos dejado al alcance del niño como shampoo o jabón líquido), entonces lo mejor es llamar al SUAT: 1722.

- Si sospechamos que existe una intoxicación, NUNCA provocar el vómito si: hay quemadura alrededor de la boca, se ingirió cáusticos o derivados del petróleo, hay alteración de conciencia.

- Cuando un niño o adulto tiene dificultades para respirar porque se le inflaman los ganglios del cuello o la laringe, una manera rápida de evitar que la inflamación continúe es abrir la puerta del freezer y poner su cabeza allí. El frío evitará la vasodilatación y por consiguiente que la inflamación llegue a mayores. Esto es importante de saber para aplicar en primera instancia frente a alguna alergia desconocida, por ejemplo. Obviamente, esto es sugerido mientras se espera al médico. Luego él dirá que hacer.

- Para bajar la fiebre, los paños fríos en la frente son inútiles. Sirve ponerlos en las zonas corporales de mayor temperatura como axilas o ingles.

- Cuando un lactante se atraganta, generalmente se tiende a darle palmaditas en la espalda. En realidad, lo primero que debemos hacer es soplarle la cara. Lo dicen las abuelas y funciona. Cuando hacemos eso, el bebe deja de respirar unos segunditos y lo ingerido tomará el camino correcto.

- Cuando los niños empiezan a caminar –o están gateando y ya llegan a la mesa—evitar los manteles. Muchas veces tironean y pueden tirar líquidos calientes u objetos que se encuentren arriba de la mesa y pueden lastimarlos.

- Y por último, les dejo lo que sugieren tener en el botiquín de primeros auxilios para que revisen el suyo. Yo ya acomodé el mío:
-Material de curación: gasas, apósitos, vendas, algodón, curitas, cinta adhesiva
-Antisépticos: agua oxigenada, alcohol, etc.
-Instrumental y accesorios: tijera, pinzas, guantes, mascarilla, linterna, termómetro (en el mercado hay unos tetes-termómetro que son fantásticos para los bebes que se resisten al termómetro clásico).

PD: El próximo curso en Criavida es el 28 de setiembre. Les dejo el contacto: criavidauy@gmail.com

FUENTE: http://bigmamiblog.com/

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