Vamos a ser realistas. Ser madre es lo más hermoso, brutal y significativo que hemos vivido pero hay días en los que me siento perdida. La brújula me falla y tengo que sacar unos minutos para respirar y ordenar mis pensamientos. ¿No te pasa?
Me he sentido así desde que Adrián nació. Claro, estaba dolorida y cansada por el trabajo de parto. El doctor se fue y las enfermeras también. La primera pregunta mental que me hice fue: Y ahora ¿quién podrá defenderme?Nadie me preparó para enfrentar sola esas primeras horas de convivencia con mi bebé. ¿Por qué llora? ¡No agarra la teta! ¿Tendrá frío o tendrá calor? ¿Y estas manchas que tiene en su cuerpito?
Luego llegamos a la casa y fue una pesadilla. Me agarró algo que se llama tristeza posparto y lloré mucho. No entendía nada y cada vez que mi chico lloraba, lloraba con él. Aclaro que había leído varios libros sobre el tema para que nada me agarrara desprevenida. ¡Qué va! Estaba más perdida que un alfiler en el mar. A eso súmale las visitas posparto y todos los consejos que te dan para que deje de llorar o para que tome leche sin problemas. Agr! Eso me confundía más.
Un día se cayó de la cama y me quise morir. ¿Cómo pudo pasar algo así? Pues pasó y gracias al de Arriba que no tuvo consecuencias mayores. Su papá le puso varias almohadas como barreras pero el niño se las ingenió, se volteó y cayó. Todavía vivimos con la culpa.
Gateó, caminó y comenzó la destrucción del hogar. Juguetes por todos lados, paredes pintadas, muebles rotos, canastas llenas de ropa sucia por lavar, comida en todos los lugares menos en la boca del bebé, etc..
Pero todo eso que he pasado me ha ayudado a crecer como mamá. Aunque desde el primer momento me he sentido perdida, la realidad es que siempre he salido adelante y he podido con los retos que han llegado con la maternidad.
Entonces miro hacia atrás y digo: “Me he sentido perdida pero volvería a vivir cada segundo de esta vida caóticamente hermosa. Mi hijo es mi brújula.” Si, porque con la maternidad también ha llegado la luz, el amor infinito y los momentos memorables. Mañanas de risas y noches de amor. Viajaría en el tiempo solo para sentir nuevamente el día que nos conocimos, cuando me llamó mamá, la primera vez que me dijo “te amo” y esos momentos que me ha hecho cómplice de sus travesuras.
Fuente: http://espanol.babycenter.com/blog/mamas/confesiones-de-una-madre-primeriza/
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