Pensé que sabía todo lo que necesitaba saber.
¿Cuánta de toda esa información usé realmente? Algo. Un poco. Los mejores extractos de esto, un truco rápido de aquello, pero ningún libro era completamente preciso, y nada era, ni por asomo, tan fácil como esos libros insinuaban. Fable era ella misma, y al parecer, no había leído las mismas cosas que yo. La mayor parte de lo que leí fue una pérdida de tiempo.*
Estas son las cosas que me habría gustado leer en su lugar, antes de lanzarme a la maternidad con mis libros, mis gráficos y mis ideales. Son imperfectas y no todas son bonitas, pero me las he ganado a la fuerza y he intentado que sean lo más sinceras y fieles posible.
Esto es lo que me habría gustado saber:
1. Vas a ser malísimo en esto de la paternidad y vas a ser genial, todo a la vez, en cualquier momento. Vas a ser un padre y una madre distinto cada mañana con un hijo que será también diferente, que cambiará en cuestión de horas, o minutos, o delante de tus ojos. Habrá días buenos y días malos, minutos buenos y minutos malos, buenas decisiones y no tan buenas. Algunas cosas, probablemente un montón, las harás mal. Sé indulgente contigo mismo, porque te quieren y te necesitan como a nadie. Estás escalando el monte Everest a pelo, así que no te preocupes si al principio lo haces fatal.
2. Después del parto, el cuerpo está fofo, blando, con hoyuelos y extraño. Te avergüenzas de él y te duele, pero es precioso en su imperfección, y lo normal es que se quede así bastante tiempo. Una personita acaba de salir de ahí. Así que, con calma. Come bien. Pasea cuando estés lo suficientemente recuperada. Escucha a la gente que te dice que estás guapa. Tómatelo al pie de la letra. Recuerda por qué vales lo que vales.
3. Tu bebé no es como los otros bebés. Tu bebé es único, y tú y tu pareja sois los únicos expertos en él. Tu bebé no se portará como dicen los libros, no le gustará lo que se supone que le tiene que gustar, no hará lo que se supone que tiene que hacer y es normal y genial, perfectamente válido. Lo mejor que puedes hacer es dejar la literatura y ponerte a conocer a tu bebé. ¿Qué le gusta? ¿Qué le hace reír? ¿Cómo se duerme mejor? ¿Cómo suena cuando tiene hambre? Descubrir estas cosas te ayudará muchísimo más que las instrucciones que te dé cualquier desconocido. Tu vida o tu familia no tienen por qué parecerse a ningún modelo en concreto. Puedes seguir tus propias reglas. Sólo tienes que crear una vida que te funcione, y dar amor, seguridad y muchas sonrisas. Y si esto supone hacer una fiesta de tortitas a las dos de la mañana, no seré yo la que te diga que no la celebres. De hecho, puede que hasta me dé envidia.
4. Ya vale de decirle a la gente que todo debería ser fácil e indoloro. Vivimos en una cultura en la que la facilidad se equipara al valor de las cosas; cuanto más fácil, mejor, y si algo te cuesta más es porque te estás equivocando. Pero lo cierto es que a veces las cosas más difíciles valen realmente la pena. De vez en cuando, ocurre que las cosas que considerábamos más difíciles resultan ser las más simples y sencillas. A esto se le llama unmilagro, y aunque lo puedas asociar en cierta medida a la lectura de un libro, a la alineación de los astros, a la manera mágica en que acaricias las plantas del pie de tu bebé o al té que bebes los jueves, se puede decir que se trata de un milagro. Y las probabilidades de que este mismo milagro le ocurra a TODOS LOS PADRES DEL MUNDO son ínfimas, incluso teniendo en cuenta los libros, los astros, el té y las caricias. Nuestras victorias nos hacen tanta ilusión que queremos compartirlas, pero es importante que sepamos que cada padre y cada madre se enfrenta a cuestiones diferentes. Lo que a unos les resulta sencillo puede ser la pesadilla de otros papás. Y el hecho de que tu bebé no duerma bien a las cinco semanas, aprenda a comer con cubiertos en su primer cumpleaños, llore demasiado o tus pechos se irriten al dar de mamar, no quiere decir que algo vaya mal. A veces las dificultades son positivas; nos hacen crecer. Y resulta que ser padres acarrea dificultades. Cualquier libro que te diga lo contrario es una mierda.
5. Hablando de mierda, quiero decir, de caca. Te han avisado. Te lo han contado. Pero a pesar de tanta advertencia, sigue siendo sorprendente, alarmante y absolutamente impresionante el tiempo que te vas a pasar controlando, oliendo, limpiando, evaluando, comentando, examinando y transportando caca. Acostumbraos a tratar con ella, porque la tendréis muy cerca. Así que podéis ir haciéndoos a la idea.
6. Cuanto antes descubras cómo aceptar de forma educada los consejos que no quieres oír, mejor. Por algún motivo, a la gente le encanta comentar sobre los bebés; todos tienen una opinión y todos quieren compartirla. Creo que la mayoría de los consejos que dan son bienintencionados (la mayoría, del estilo de "a mí me funcionó y estoy tan contenta que quiero compartir mi alegríííía contigo porque pareces bastante cansada"), lo cual al menos no resulta demasiado ofensivo, y es bastante sincero.
La cuestión es que puedes pasarte los próximos 12 meses a la defensiva contestando a señoras mayores o sabelotodos sin hijos o puedes decidir darle a todo el mundo el beneficio de la duda, sonreír y agradecerles sus consejos, en modo zen y convencida de que nadie mejor que tú sabe qué es mejor para tu hijo.
Si yo fuera tú, preferiría la opción zen.
Nadie va a por ti. Todo el mundo quiere que te vaya bien. Y de todas formas, que les den, porque estás criando un niño y eso es maravilloso. ¿Tu hijo ha comido hoy? ¿Está relativamente limpio? ¿Se ríe de vez en cuando? Pues ya está. Puedes asumir todos los comentarios, quedarte con los que te gusten y desechar el resto. Qué amable por su parte que se preocupen.
7. Empieza a hacer estiramientos, porque te toca ser flexible. No soy muy fan de comentarios generales como "a todos los bebés les gusta que les envuelvan en mantitas" o "el colecho es lo mejor para todos", pero sí hay uno que apoyo: los bebés son muy inoportunos. Tus horarios, tus horas de sueño, tus récords de puntualidad, tus fechas límites, tus mejores camisetas, tus relaciones: todo se va a volver caótico y complicado. Tienes dos opciones: convertirte en un ser permanentemente cabreado, frustrado y cansado, o tragarte tu orgullo y ser flexible. Pide ayuda. Acepta el fracaso. Llega tarde. Quédate en pijama. Ignora la vajilla. Aparta lo que puedas y alégrate si consigues sobrevivir con tus necesidades básicas cubiertas. Te vas a peder alguna fiesta y otra cosas importantes, pero no importa. Al contrario, será genial.
Quizás, solo quizás, seas uno de esos padres a los que les toca un niño mágico que responde a los métodos de los libros que has leído, o que es un santo por naturaleza y se ajusta como un guante a tu fabulosa y organizada vida. A esto también se le llama milagro. Te queremos y nos alegramos por ti. Pero por favor, cállate.
8. Lo más importante que necesitas para tu bebé no es una hamaca, ni un juego de sábanas, ni un cochecito. Lo más importante que vas a necesitar para tu bebé es tu gente. Tu gente te mantendrá a flote. Te ayudarán cuando estés cansada, te alimentarán cuando estés muerta de hambre, te perdonarán cuando llegues hecha un desastre con horas de retraso, o cuando te conviertas en una amiga negligente que no se acuerda de ponerse calcetines, por no hablar de los cumpleaños. Querrán coger a tu bebé cuando estés demasiado cansada o frustrada para tenerle en brazos, porque eres imperfecta y humana y cometes errores. Te recordarán quién eres cuando estés a punto de pensar que toda tu vida se reduce a caca. Te ayudarán a mantenerte en pie.
9. Tenemos que ayudarnos mutuamente a mantenernos en pie. Criar un bebé es una de las cosas más duras que muchos hemos hecho en la vida. Podemos hacernos pedacitos, criticarnos o mirarnos por encima del hombro los unos a los otros, o podemos querernos, admirar bebés adorables, echar una mano y celebrar victorias. No es tan difícil, venga. A nadie le importa si tu método es mejor. A todo el mundo le importa lo precioso que es tu hijo, así que tomemos un café y qué te has hecho en el pelo últimamente, nena, que estás guapísima. No seamos chungos. De verdad que no es tan difícil.
10. El éxito reside en querer mejorar. Aquí tienes una verdad: no sabes mucho sobre nada. Dentro de un año, cuando tu hijo cumpla uno, seguirás sin saber demasiado. Procura acumular toda la sabiduría que puedas. Aprende de tus errores. Sé humilde. Sé abierto. Cuando sepas qué se puede mejorar, hazlo. Sé un mejor padre y madre mañana de lo que lo has sido hoy, siempre, todos los días, hasta que puedas. Prueba cosas nuevas y deséchalas sin remordimiento si no funcionan. La vida no es un concurso o un juego, es simplemente una preciosa vida. Vive cada minuto, en lugar de apuntarlos en un marcador. Y quiere a ese bebé increíble.
Fuente: http://www.huffingtonpost.es/karyn-thurston/ser-padres-10-verdades-sobre-el-primer-ano_b_4259490.html
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